jueves, 2 de febrero de 2012

Qué divertido es jugar a ser mayor

Es extraño cómo, a veces, la mente nos juega malas pasadas. Ayer encontré un diario que yo solía escribir (al parecer, pues ni lo recordaba) cuando tenía unos siete años. En sus páginas hablaba de cosas bastante corrientes y, por qué no, bastante espontáneas. Resulta que estoy leyendo un libro que me regalaron hace tiempo: Jane Eyre de Charlotte Brontë. El libro es genial, todo hay que decirlo, pero, a lo que iba, que es curioso cómo he encontrado similitudes entre los recuerdos de la infancia de Jane Eyre y los míos (salvando las distancias, está claro. Yo no era huérfana ni vivía con mis tíos ni me mandaron a un internado para niñas descarriadas). El caso es que yo fui a un colegio británico y siempre fui bastante contestona. No soportaba la educación estricta de los ingleses ni a los alumnos predilectos ni todas esas chorradas. Yo jamás fui una alumna predilecta, y me alegro de ello. Los alumnos predilectos no tienen personalidad. 
Miss Judd fue mi profesora de Year 2, lo que en el sistema educativo español equivaldría a primero de primaria (Year 1 debía de ser como una especia de "post preescolar"). 
Yo debía tener unos cinco o seis años y había encontrado jugando en el patio una goma elástica sucia y vieja. Pero qué feliz era yo con aquella goma. Cuando entramos a clase, Miss Judd nos hizo sentar en la alfombra para leernos un cuento sobre los habitantes de Marte. A mí no debía de interesarme demasiado porque me pasé el rato jugueteando con mi goma preciada. Yo era una niña muy fantasiosa y supongo que aquella goma debía de ser muy especial o significar algo importante en alguno de mis juegos. La dichosa profesora me vio y montó en cólera en cuestión de décimas de segundo. Instintivamente, me guardé la goma en el bolsillo. La bronca consecuente fue como leeréis a continuación, más o menos (La escribiré en inglés para que os pongáis en situación):

Ella: What on Earth is that?
Yo: Eh...(sacando temerosa la goma de mi bolsillo)
Ella: Put it in the dust bin. 
Yo: But...it's mine. 
Ella: Put it in the dust bin!
Yo: But, Miss Judd, it's mine, I found it when...
Ella: I said put it in the dust bin, you naughty girl!
Yo: Yes, but I found it and it's mine, it's not fair...(Caminando hacia la papelera con indignación).

La muy bruja de Miss Judd casi se abalanzó sobre mí, me agarró del brazo con fuerza, echaba chispas por los ojos, tiró de mí y me arrastró a un rincón donde toda la clase (que permanecía sentadita en la alfombra, observándome con ojos indiferentes algunos y otros burlones) podía verme. 

Ella: AND NOW SIT THERE!

Estuve toda la hora de clase sentada en aquel rincón del demonio, con la cabeza sobre las rodillas. Cuando sonó el timbre de recreo, todas las cursis de las niñas salieron en grupitos y los niños en estampida. Nadie reparó en mí. Una mano se posó sobre mi pelo revuelto y levanté la vista: era mi amigo Javi, siempre igual de bonachón. Era grandote, pálido y algo pecoso. Tenía los ojos grandes y risueños y los mofletes adorables. Salí a jugar con él, con mi querida tocaya y mejor amiga y con Carlos. Carlos era un niño peculiar. Era el mejor amigo de Javi. Era alto, escuálido y un poquito cabezón. Le consideraba un amigo, me reía mucho con él pero el pobre tenía un serio problema: Su madre tenía la costumbre de embadurnarle la cabeza con vinagre y pasarle el peine como si de gomina se tratase. "Para repeler a los piojos" decía él, "y a las personas" pensaba yo. Lo cierto es que hasta los profesores hacían referencia al olor característico del pelo de Carlos. Pobrecito, era majo. 
Ese día no sé que ocurrió en el patio que me molestó mucho y se lo hice saber a Carlos, ya que había sido el causante de mi molestia, llamándole ensalada andante. Se puso furioso y me dio un empujón. Yo le di otro. Nos enzarzamos en una pelea y acabamos rodeados por medio colegio. Nos separó alguien, un profesor. No sé cómo acabó él, pero yo acabé llena de arañazos y con enganchones en el jersey (Sí, Carlos arañaba, como las niñas. Pero ya os digo que era un buen tipo). Me castigaron a mí. Técnicamente yo había empezado la revuelta llamándole ensalada andante. 

Fue una época difícil la infancia, pero realmente ahora lo recuerdo casi sin matices, como una amalgama desordenada de cosas bonitas y feas y de sensaciones que sólo puedes experimentar cuando eres pequeño.

2 comentarios:

  1. A mí el libro de Jane Eyre me pareció una gran obra y me parece fascinante que tu infancia en cierto modo se asemeje a la de la peculiar protagonista. Ni que decir tiene que Miss Judd era sin duda una mujer reprimida por hablar así a una niña pequeña. Anyway, seguro que guardas millones de anécdotas gracias a situaciones así.

    Un beso, preciosa.

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    1. Lo cierto es que sí, anécdotas hay para dar y vender. Me alegro de que haya más gente a la que le guste Jane Eyre, ese personaje es de lo mejor que hay en la literatura. No he visto la película, pero me han dicho que está bien, habrá que verlo... Gracias por pasarte. Un besazo.

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