jueves, 23 de febrero de 2012

Feliz cumpleaños, Laura

Tengo una amiga que es una princesa pequeña, de pelo oscuro y ojos risueños. Así la conocí y así siguió siendo a medida que nuestra amistad se fue forjando. Hace tiempo que nuestros caminos divergieron de manera casi irremediable, sin que ella ni yo nos diéramos cuenta, aunque, al mismo tiempo, cada vez sentíamos más distancia entre nosotras. Sus círculos son distintos a los míos, nos movemos en lugares diferentes y ya hace mucho que a duras penas hablamos, pero sé que hay un vínculo fuerte, invisible pero latente, que me sigue uniendo a ella de forma irremisible, haciendo que cada día recuerde su risa y su voz amiga.
La conocí hace casi seis años, un día en el que yo estaba bastante desubicada, en un sitio desconocido donde ella me tendió la mano para que no me perdiese ni me sintiera sola.
Esta princesa pequeña, de pelo oscuro y ojos risueños, hizo que desde el primer día la quisiera muchísimo, tanto que la consideré esencial en mi vida y, al año siguiente, fui almacenando y guardando recuerdos instantáneos de nuestros rostros sonrientes en pequeñas fotografías, dispersas en los rincones más especiales de mi habitación.
La princesa pequeña, de pelo oscuro y ojos risueños siempre iba de lila, amaba los animales, tenía una perrita adorable y la habitación llena de peluches y fotografías como las mías. Todas sus cosas eran lilas y alegres, su cara y su voz eran alegres, pero lloraba muy a menudo, cuando la hacían sufrir o cuando veía sufrir a alguien. Yo he llorado con ella, la he visto mirarse acomplejada en un espejo deformante, sin comprender que su belleza deslumbraba en todos los sentidos. Todos somos diferentes, cada sonrisa es un mundo y cada rostro y cada cuerpo son un universo distinto y complejo. La he visto dejar de comer, volver a comer, beberse litros de agua en dos segundos, romper a llorar, abrazarme, comprenderme, consolarme a pesar de ser ella la que más dolor tenía dentro, sin que nadie lo notase...
La princesa pequeña, de pelo oscuro y ojos risueños se puso bien, tenía unos amigos especiales (y los tiene) que nunca se han separado de ella, que la quieren y la admiran por su calidad humana y su compañía insustituible. Su lealtad y su cariño son algo que guardo en una cajita, como un tesoro que contemplo cuidadosamente todos los días, recordando cada cosa, cada momento en el que hemos crecido un poco más por fuera y por dentro, pasando de adolescentes de catorce años a mujeres de veinte. Es increíble lo rápido que parece haber pasado todo desde aquella primera sonrisa. Somos distintas pero a la vez somos iguales. Hay un punto de ternura y comprensión que nos une y que nadie podrá romper jamás. Ni la distancia, ni el silencio, ni los meses sin hablar nos harán dejar de sentir lo mismo.
Quiero agradecer a esta princesa de cualidades únicas que me dejara entrar en su reino, que me abrazase como a una hermana y que me dejara quererla del mismo modo. Gracias por estos años de cambios, de crecimiento personal, de amistad inmejorable.
Fue una niña adorable y siempre conservará esa capacidad de ser niña a pesar de haberse convertido en una gran mujer.
Sé fuerte, yo estaré a tu lado. Te quiero.


Marina

1 comentario:

  1. Muy bonito este texto, sobre todo la enumeración de los detalles de la relación de amistad de todos esos años :)

    gracias por pasarte a ti también ^^

    ¡un beso!

    ResponderEliminar